¿Pensaste, alguna vez, que tu alma está en el cuerpo equivocado? ¿Que ni siquiera pertenece a la vida que te está tocando llevar? ¿Que debería estar enterrada en otro cuerpo, en otra persona, en otro ser totalmente diferente a vos? Yo sí. Miles de veces. Es uno de esos pensamientos que dan origen a mis largos insomnios y que por el día me hacen tener la mirada perdida o enfocada en un punto fijo mientras mi mente se dispara a universos desconocidos. Se va lejos y es casi imposible hacerla volver.
Cada vez que ese pensamiento se instala en mi cabeza, un frío corre por mis adentros. Un frío tan helado que llega a quemar, a arder, y logra encender dentro de mí una furia insoportable que va creciendo cada vez más, y que se expande por todos los rincones de mi cuerpo. La furia es tan grande que quiere salir y proyectarse. Quiere dispararse hacia todas las personas que me rodean. Pero yo no la dejo. Se perfectamente que nadie es culpable de este conflicto interior. Sé que nadie merece soportar mis remolinos internos. Yo no quiero que nadie tenga que cargar con algo tan pesado como yo: kilos y kilos y kilos y kilos de ilusiones rotas, deseos y sueños imposibles y un alma espesa que se deteriora a cada segundo que pasa.
Y así, como no quiero resultar una molestia para nadie, toda esa furia provocada por el frío, tan helado que llega a quemar, queda asfixiada entre mis costillas. Apretada en mi garganta, a punto de estallar. Y ese odio no se lo puedo largar a nadie más que a mí misma. Y así termino. Tirándome toda la mierda posible. Apartándome hacia el lado de la oscuridad. Hundiéndome en un pozo que yo misma cavo y que cubro con una bronca áspera, un odio inmenso y una furia ardiente.
Me quema.
Me está quemando.
Estoy desintegrándome, convirtiéndome en cenizas.
No me queda nada más que hacer más que esperar. Esperar a que el viento, o un soplido, levante las cenizas del piso y las haga volar y volar por todo el mundo. Quizá así me pueda sentir libre de una vez por todas. Quizá así, lo que quede de mi alma, encuentre el lugar correcto. Ese lugar donde tuvo que estar desde un principio, pero que una fuerza desconocida se lo impidió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario