Hago como si no la escuchara, me quedo inmóvil acurrucada en mi cama. Hago como si no la escuchara pero la escucho. La escucho y el alma se me arruga hasta quedar como una cáscara de nuez. No puedo evitar hacer su tristeza mía y sentir un dolor filoso en el pecho.
Me pregunto porqué llora. ¿Será siempre por la misma razón? ¿Será por una razón o será por el simple hecho de llorar para descargar tensiones? Quizá llora porque de no hacerlo ya se habría ahogado hace tiempo. O quizá llora por la falta de amor.
No sé qué hacer y amago a ir a abrazarla pero no puedo. Tengo miedo. No quiero verla envuelta en una nube de angustia. No quiero verla sufrir. Me hago la ciega, la sorda y la muda. Qué egoísta soy. Quiero ayudarla pero no sé cómo y como alternativa paso por alto todos sus llantos. Qué estúpida soy.
¿Pero qué se debe hacer? ¿qué se debe decir? ¿acaso se debe decir algo?
Pasa el tiempo y ella lora en silencio y yo dudo a escondidas. Pasa el tiempo y todo sigue igual. Nada cambia, nadie ayuda, nadie dice o hace nada. Y así, poco a poco, ella se va hundiendo cada vez más y yo me hundo con ella.
Llega su fin y ella nunca supo que yo escuchaba sus llantos a escondidas. Llega mi fin y yo nunca pude abrazarla y decirle que la quería y que, a pesar de todo, las cosas iban a mejorar. Aunque esto último hubiera sido una pequeña mentira, creo que a ella le hubiera hecho bien escucharlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario