Hay veces que uno despierta sin esperanzas, sin ganas de
hacer absolutamente nada. Nadie te puede sacar de la
cama, solo querés dormir porque pensás que si dormís, soñás, y si soñás podés escapar de la realidad. Esa realidad que a veces no es tal cual queremos, que a veces se comporta injusta y se traga nuestros sueños y los caga sin compasión.
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