Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

viernes, 11 de abril de 2014

Para los que no nos leen.

Algunas personas tenemos esa manía de escribirle al que no nos lee. (Hablo en plural porque creo -y espero- que no soy yo la única tonta que escribe para un ser que ni siquiera se percata de mi existencia). Y derramamos sentimientos sobre un papel que nunca va a llegar a las manos de nuestro destinatario, porque seguramente lo vamos a hacer un bollo para arrojarlo al tacho de basura.
También sucede, por ejemplo, cuando nos introducimos en el peligroso territorio del amor no correspondido, y en horas de clase nos pasamos escribiendo, a mano tímida, iniciales encerradas en un corazón en el margen de la hoja. Garabatos que probablemente más tarde los borremos con corrector, por si las dudas de que aquel amor imposible se tope con aquella hoja y se impacte al ver su nombre adornado con cursilerías.
¿Cuántas habrán sido las veces que estuvimos horas preparando y corrigiendo un mensaje de texto para que quedara perfecto y al momento de enviarlo, un mar de miedos inundó nuestro pecho, obligándonos a borrar todo lo escrito?
Y así, esa persona a quien le escribimos nunca va a leer las palabras que le dedicamos. Porque siempre está ese miedo de que la otra persona se asuste de nuestros sentimientos, o no los entienda, o se burle. O peor, que le dé igual.
Entonces, escribimos y dedicamos palabras a escondidas.

A vos, por ejemplo. Yo te escribo y te dedico mis palabras a vos que sé que no me leés, y probablemente nunca lo hagas.
Pero te escribo igual. Porque quiero. Porque lo necesito.
Te escribo porque es la única forma que sé de expresarte estas cosas molestas que se me atoran en el alma. Y si lo que escribo nunca es visto por tus ojos, es culpa de mis inseguridades. Malditas y estúpidas inseguridades. Siempre estorbando cuando uno quiere expresarse.
No me leés, nunca lo vas a hacer, y yo nunca voy a conocer tu reacción ante el desnudo de mi alma. Pero a nosotras las personas que escribimos a quien no nos lee, nos gusta jugar a que algún día los ojos ajenos van a mirar las palabras de tinta que trazamos y nuestros sentimientos no los van a asustar, y los van a entender, y no se van a burlar. Y lo mejor, que esos sentimientos van a ser correspondidos.






2 comentarios:

  1. Que lindo. Yo también soy de esas que escribe a quien no la lee. No estás sola. Salu2.

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  2. Es bueno saberlo. ¡Otros para vos!

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