Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

jueves, 21 de marzo de 2013

Historias tristes.

Cada palabra era una punzada en el pecho. Cada punzada en el pecho era una lágrima a derramar.
Ella hablaba, liberando su historia triste. Y yo escuchaba, pero no quería escuchar. Y yo lloraba, pero no quería llorar.
Un ardor crecía dentro de mí, mi corazón se aceleraba, mi pulso estaba más tembloroso que nunca y mis ojos lloraban. Mi alma quería desatarse y mi corazón quería ablandarse. Quería hablar, liberar mis propias historias tristes. Pero claro, mi mente siempre está presente. Mi mente y su insoportable control sobre mí. Mientras oía las punzantes palabras que ella largaba con una voz temblorosa y temerosa, en mis adentros oía otras palabras: "Llora todo lo que quieras, pero tu boca no se abrirá." "No digas nada, sigue sufriendo en silencio." "No te atrevas a hablar. No te atrevas a contar tu historia triste." "Si dices algo, ella se va a sentir peor de lo que está ahora, ¿quieres eso?"
Y así. Una serie de palabras que me reprimían. Me obligaban a callar. Tenía unas ganas terribles de dejar que mi alma y mi corazón salieran a la luz y liberaran esa historia triste que estaba atorada en mi garganta. Pero no podía.
Nuevamente presa de mí cabeza.
Nuevamente controlada por el poder de la mente humana.
Estúpida, egoísta y torturante mente humana.
Sentí un profundo odio hacia mí misma. ¿Cómo era posible que no pudiera manejarme? ¿Cómo era posible que no pudiera decirle "basta" a mi mente? ¿Acaso mi alma y mi corazón no eran lo suficientemente fuertes como para romper las barreras y liberarme?
Allí estaba, mi historia triste atorada en mi garganta, queriendo salir. Empujaba con todas sus fuerzas, pero lo único que lograba era derramarse en forma de lágrimas a través de mis ojos.
Y esa era la razón por la que lloraba tanto. No tanto por la historia triste que ella me narraba, sino más bien por mi propia historia que se sentía tan identificada con la de ella.
Quizá aún no es momento. Quizá todavía no estoy preparada. Quizá en un tiempo me fortalezca y pueda contarle a ella mi propia historia triste. Pero por ahora tendré que aguantarme. Ahogarme en mis problemas y escucharla a ella. Ayudarla a salir de su pozo. Ayudarla a ponerle fin a su historia triste y olvidarla. Y quizá, en un tiempo, yo pueda ponerle fin a la mía.... Quizá...

2 comentarios:

  1. Segunda vez que simplemente, me dejas sin palabras INCREIBLE. :D

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    1. Segunda vez que me alegrás el día. Muchísimas gracias por leerme, en serio. Un beso.

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