Todos hacemos falta en este lugar de ilusiones rotas. Todos tenemos una misión en esta mierda de pozos y montañas… ¿La mía? Ir al fondo del océano. Ahí hago falta. Como alimento de tiburón…
Ya me cansé de tratar de arreglar esas cajitas rojas que siempre se rompen en miles de pedazitos, nadie lo valora. Ah, y eso de preocuparse por alguien que ni siquiera quiere escucharte hablar…Estúpido error humano.
La vida está llena de personas que todo el tiempo me van a recordar la mierda que soy, intencionalmente o no. Sentirte una mierda, que te hagan sentir una mierda, SER una mierda.
Ponerte sensible es lo peor; cualquier pinchacito, el corazón lo toma como miles (no, millones) de agujas que lo atraviesan sin compasión. Tengo guardada una angustia dentro mío que queda atascada por querer mantenerme fuerte, por mostrar que puedo con todo… Y es por eso que, al primer empujoncito, me derrumbo. Me derrumbo y caigo en un vacío dentro de mí misma. Caigo, caigo, caigo y no hay nada de qué sostenerme. Ahí es cuando le dejo de encontrar sentido a todo. Solo me dejo caer, con la esperanza de que algún día, alguien a quién en verdad le importe, me atrape y me rescate de ese lugar frío, oscuro, amargo y puntiagudo. Me atrape, y me rescate de mí misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario